Las cumbres de Raúl Castro
15 de diciembre de 2014
Miriam Leiva, El Nuevo Herald
La asistencia de Raúl Castro a la XXIV Cumbre Iberoamericana, efectuada en Veracruz, los días 8 y 9 de diciembre, estuvo inmersa en la tradicional incertidumbre cultivada por Fidel Castro, cuya participación en 2000 fue la última al máximo nivel. Los medios reflejaban la expectativa de la llegada del presidente cubano hasta que horas antes de la clausura arribó el vicepresidente Miguel Díaz-Canel. Los comentarios iban desde que el mandatario no haría un desaire a Enrique Peña Nieto, cuando México había condonado el 70% de la deuda isleña. No obstante, parece que estima consolidados los intereses con los empresarios mexicanos, más allá de los embates del desplome del precio del petróleo, y los temas de su interés estaban incluidos en los documentos de la Cumbre.
Las prioridades de los dos presidentes cubanos son antojadizas y se deleitan con la comidilla mediática. Raúl Castro pudo haber comunicado la imposibilidad de asistir, o llegar el segundo día como envió a su vicepresidente. El cónclave coincidía con la V Cumbre CARICOM-Cuba, cuyo calendario el 8 de diciembre estaba fijado desde la primera reunión trienal a ese nivel efectuada en 2002, en La Habana. Ese día se conmemoraba el 30 aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas por 4 países anglófonos del Caribe: Barbados, Trinidad y Tobago, Guyana y Jamaica en 1972, cuando el gobierno de Cuba estaba suspendido de la Organización de Estados Americanos (OEA) y las relaciones con las Américas eran tensas, aunque con México tenían unas características peculiares.
Desde entonces, los vínculos se han estrechado con los 15 miembros de CARICOM. Varios integran la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA-TCP) y Petrocaribe, de la cual se han beneficiado con el petróleo de Venezuela, reciben colaboradores de la salud cubanos, envían estudiantes de medicina en la Mayor de las Antillas, donde tienen negocios en el turismo, fundamentalmente...